miércoles, 22 de diciembre de 2010

La princesa y yo

Soy un borrador, un carbónico usado mil veces

Soy una nube pasajera…pero tormentosa.
Soy un torbellino, una calma, una paz, un pez, una paloma.
Soy lisa y plana…pero al instante soy una curva perfecta…desmesuradamente bella
Soy así y así no soy
Soy yo…soy ella…y soy vos
Soy un constante cambio, una ráfaga que despeina,
una palabra que sosiega, una caricia a tiempo un abrazo profundo…
Y soy la ignorancia de la ingratitud, la arrogancia,
la princesa que no crece y la adultez de una familia sin padres.
Soy un pasado oscuro sin limites, un presente breve, puro e impuro, mendaz, elocuente..Creíble..Visible
Soy como un nudo en tu garganta, como una mentira a destiempo, soy tu mejor apuesta, pero tu peor salida
Soy arriba y soy abajo.
No se ser gris, no se ser tibia…
No se tocar tu rostro sin tocar tu alma
No se abrir la puerta sin invitarte a pasar
Muevo las manos como haciendo ademanes,
como queriendo agarrar las palabras que se transfiguran en la mente y me parece que vuelan en el aire enviciado,
pero no logro asirlas…
Trato de describir a la princesa,y a la vez describir lo que soy…
Lo que soy se comió a la princesa o la princesa se comió lo que soy?
Es ver todo con tanta claridad y marearme, para volverme gris, nublada y borrosa
Es ver llorar a esa princesa frágil y dócil, domable de manos pequeñas, y temblar de miedo por saber que su dolor no es real, que sus lagrimas no son mas que un reflejo fallido de todo su sistema intelectual y nervioso haciendo una catarsis plena,
Es querer asir entre mis manos y alinear mi sombra a la de esa princesa para contarle, que el mundo tiene mil rincones perdidos y mil maravillas mas de las que sus ojos han visto, es saber que sin palabras, puedo decirle a esa princesita, que no tema, porque yo estoy aca,
Es saber que ella y yo convivimos, y que sea él o sea ella quien este frente a nosotras,
                  la vera a ella…o me notara ami.

viernes, 17 de diciembre de 2010

él, yo y ella

Cuando llegué los días habían cambiado tu sonrisa y tu figura.

Y estabas parada con tu vestido negro, toda dama, señorita y princesa. El pelito suelto, los labios rosados, y todo el pudor entre las piernas.
Y caminabas por delante como enseñándome el camino. Mientras miraba tu culo menearse como gritándome desesperado.
No comprendí tu sonrisa temerosa saliendo del ascensor. No comprendí tu mirada perdida ni el titubeo al insertar las llaves en la cerradura.
Más sí comprendí todo, cuando cerré la puerta y contra ella se estampó mi cuerpo por la avalancha de todo tu ser sobre mi.
Atosigada contra mi piel te sentí lamiéndome milímetro a milímetro.
Atolondrada en mi pija a esa altura dura y erecta, con los ojos perdidos, con la mirada extraviada, desorbitada, orbitando en un solo sentido.

Y esta mañana de nuevo señorita con tu vestido de arbolitos verdes, sirviéndome el desayuno en la cama, comiendo tostadas, riendo como señorita burguesa. Untando la manteca y cebándome el mate. Mostrándome fotos, enseñándome reglas.
Y de repente con el vestido de arbolitos verdes se fue la dama burguesa y renació en tu piel la plebeya más hermosa, disimulada y sádica. Diáfana. Tomando todo para tu placer, absorbiéndome la vida, las entrañas, las secreciones y los aromas que mi cuerpo exhalaba para llamarte.
Fui preso y mendigo. Fui testigo y cómplice. Me sentí renacer en la odisea de tu cuerpo sobre mi terreno ávido y estéril.
Cuerpo a cuerpo, piel a piel. Jadeo a jadeo.


Y sentado frente a esta misma mesa en la que ahora te veo cocinar, recuerdo como acabaste por pedirme las obscenidades que jamás nadie me pidió, como si fueran las hazañas más perspicaces de Dios.
Como te enroscaste en tu propio placer hasta no reconocer los limites de la atmosfera que quemaba invisible tus pestañas negras, tus muslos húmedos con sabor a mi, tu pubis segregando toda clase de líquidos para hacerme más placentero mi camino hacia vos. Tus labios rosados una vez más me hablaban desde el silencio, con una súplica tan tuya y de tus ojos.

En esta misma mesa redonda en la que acabé entre tus tetas hoy me servís el almuerzo y te veo fumarte un faso como si la dama burguesa, la plebeya mas hermosa y vos, se hubiesen fundido en un todo. Confundido en un todo.
                Solo es preciso desnudarme entero corazón para poder entenderte y saber jugar 
                                           el juego que tus reglas plantean.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Reflexiones sonsas

Cuando uno crece, empieza a entender que existen cosas imposibles. Ese tipo de cosas, que por más intentos que haya, no lograrás. Descubrís que hay despedidas que son por siempre, que hay amores imposibles, enfermedades incurables y fracasos inevitables.
Empieza a notar que no queda otra opción más que asumir que sí, la vida nos regala muchos sí y nos impone un puñado de No.
Probablemente al descubrirlo, perdemos toda nuestra niñez, toda nuestra ingenuidad e inocencia. Crecemos. Nos amoldamos. Empezamos a encasillar, a jugar menos, a refunfuñar más. Nos tornamos más proclives al desencanto, a la paciencia y a la soledad.
De todas formas, algunos, guardamos siempre una esperanza.
Intentamos día a día erguirnos álgidos contra esa certeza que es sospecha. O viceversa. Aunque temamos que de verdad, sea que existen cosas imposibles e indefectiblemente, acabemos por estamparnos contra toda lucha o todo intento.
Despertamos cada día nuevo, creyendo que todo es sí, que todo es posible, que todo es alcanzable. Apagamos el despertador y seguimos soñando que todo es posible. Si no lo hiciéramos, la vida de seguro tendría menos encanto.
Nos vestimos de heroínas o héroes y salimos a la vía sintiéndonos indestructibles. Caminamos por plena peatonal y leemos en un cartel
“seamos realistas. Pidamos lo imposible”
Aun me quedan esperanzas. Y que si no es mucho, al menos es algo.
Y algo es algo.

martes, 14 de diciembre de 2010

Amigas son las amigas

- Y si salis a correr cuando queres comerte todo?

- Quiero comer idiota, no correr. Si fuera tan fácil desquitarme con otra cosa que no fuera la comida no estaría así…no te parece?
- Ah…ah, es cierto. Ok.
- Tiene que ser otra cosa.
- Mmmm. Lo llamas a Fran! Mantener relaciones sexuales además te ayuda a quemar calorías. No vas a engordar, te divertis y encima, mejoras el cutis!. El combo casi perfecto.
- Sí. Vos lo dijiste. Casi. Es fran. Vos lo viste a fran? Tiene una tabla de planchar en el abdomen. El culito ese hermoso me da ganas de morderlo. Y encima esa sonrisa tan hermosa…no da boluda. No puedo ni quedarme en bolas con el flaco. Me parece que te perdiste en la parte de que me siento como el terrible orto con mi cuerpo.
- Ay! Sí, perdón. No fue una buena idea…pero no estaba mal para pasar el rato tampoco…
- No. Nada mal. Esperá que me acomode con la imagen, y lo llamo 4 veces por semana.
- Si te pegas un viajecito? Digo…cambiar el aire…
- El último viaje que hize me costó 8 kilos.
- 8 kilos?! Eh? Cuándo?
- El de EE.UU.
- Ah. 8?! Que culiada…bien disimulados te los trajiste…
- Si, viste que la ropa, y el invierno…y todo eso…igual sí, eran 8.
- Bue bue…en fin, focalicemos. Nos fuimos de tema. Un cursito de algo?
Digo…fotografía te cabe. Podrías perfeccionar un poco.
- No tengo cámara. La Nikon se rompió y en el service dijeron que me conviene pagar una nueva antes que el arreglo.
- Ufff. Un garrón. Esa cámara nos retrataba extremadamente bonitas…
- Decimelo a mi!
- De cocina mejor no…
- Boluda, sos otaria, o te olvidas del tema central? Problemas de alimentación…es lo mismo que decir que me llevo mal con la comida eh. Con la CO.MI.DA.
- Ayyyy Ana! También vos! Nada te viene bien.!!
- Si, es cierto, perdón. Hoy estoy conchuda.
- No. No. No seas sonsita. Yo estoy medio gila. Y si empezas a fumar?
- Vos me estas hablando en serio?!
- Nop. Pero bue…se me estan agotando las ideas…
- Viste? No es fácil como decías vos…
- Ya sé! Natación. Nadar es super bueno. Te cansas tanto que no podes ni pensar. Ni en comida ni en que estas gorda, ni en cocinar…casi que ni en coger….(va, supongo!)
- Si, pero no creo que me dejen meterme a la pileta con ropa. Y no me pongo una malla ni en pedo. Me oís?! Ni-en-pedo.- aparte me tendría que depilar todos los santos días.
- Tanto te crece el vello?
- Desde cuando decis vello?
- Bue…el pelo. Tanto?
- No. Pero me sirve de justificativo.
- Bueno boluda, si queres nos excusamos juntas y me vuelvo anoréxica yo también! Es más fácil que encontrarte un plan de salvataje. No jodas mas Ana, ponete media pila. Sino, me secas el bocho al pedo. Coopera haceme el favor!
- Perdoname corazón…sé que haces lo mejor. De hecho creo que hace años que no te trataba de pelotuda tan seguido.
- Y ni me quejé eh.
- Eso me está haciendo bien.
- ……..
- Qué?
- Me estas diciendo que si me puteas se te van las ganas de comer?
- Jajaja. Sos una pelotuda importante.
- Gracias. Yo también te quiero.

domingo, 12 de diciembre de 2010

El mundo contra mí

Llamó uno de mis mejores amigos ayer. Llamó pura y exclusivamente para decirme que vió una película en la que la actriz principal es igualita a mi. Dos carcajadas de por medio y le digo, “ ya sé, la tana ferro, la de Un novio para mi mujer! . Dejalo juanchi, no sos el primero que me lo dice".
Y sabes qué? Capaz que sí. Capaz que algunas cosas se me parezcan. De hecho la minita me parece una ídola.
Pasa que yo voy por la vida opinando. De todo. De casi todos. ( yo lo tomaría como un halago, si opino de vos, es porque aunque más no sea en algo mínimo, me moviste).
Nunca jamás expreso una opinión o comentario de mala leche. Lo que no quiere decir que todo lo que digo sea bueno. Muy por el contrario, quizás que hasta en su mayoría, mis comentarios suenen agresivos o negativos. Pero eso es para la gente poco inteligente y negativa que no es capaz de reciclar para el lado bueno y tomar un consejo como tal, sin ponerse siempre a la defensiva.
Por decirte, si me caes con ese pullvorcito amarillo patito, me veo obligada a hacerte el comentario básico. No te queda bien. Sí. El pullover está precioso, pero te queda como el orto. Convengamos que tampoco soy cruel el 100 % de las veces. En general tiro el comentario, después de acuerdo a la respuesta de la otra persona, me veo obligada o no a extender mi comentario con una base de fundamento.
No puedo omitir que te quede mal, que no te haga lucirte, que te marca demasiado y resalta partes que no tenes bonitas. Ya sé, todos somos libres de vestir lo que se nos antoje. Es simplemente eso, un comentario, de una buena amiga, que te acota una simple observación para que tengas en cuenta…u omitas. Los consejos están para ser tomados, o rechazados.
Yo personalmente, siempre…y oime bien, siempre tomo los consejos. Desde el que me da el verdulero o mi mejor amiga. Lo proceso y luego veo qué es lo que me sirve a mi con mi mundo dentro de esa opinión. Aun ese que viene de la persona con más mala leche en el mundo. Quizás que es mala onda, pero no le falta inteligencia.
Seguramente peco de soberbia, pero creo que lejos de ser una mala cualidad, es algo meritorio. En definitiva, si me sabes aprovechar, podría serte sumamente útil.
Si Nati viene y me cuenta algo, no puedo evitar opinar. En definitiva, no es que ando opinando de la gente que no interfiere en mi vida.
Pasa que considero que tanto el cliente que viene a primera hora de la mañana a pagarme dos lapiceras y una regla de 2 pesos con 100 pesos como mi mamá que me llama cada muerte de obispo, tienen el mismo espacio para recibir mis críticas y mis observaciones.
Pido perdón a quien le moleste. Es algo verborágico. Es casi una incontinencia verbal. Me sale. Es como mirar un cuadro y examinarlo. Es como releer mis escritos y corregirme para mayor excelencia (aunque no siempre lo logre). Tal vez soy demasiado exigente con los otros, pero les aseguro que mucho menos de lo que lo soy conmigo misma.
Es algo innato. Soy opinóloga. O criticona. o exigente. O como quieran denominarlo.
A veces me trae problemas, otras me sitúa en el lugar de la amiga más consultada a la hora de los problemas. Ya sean de índole amoroso, laboral o sexual.
Lo cierto es que a veces mamá me reta cuando acuso cierta falta de diplomacia en ámbitos que ella no concibe la expresión como una posibilidad.
Si un proveedor no me atiende como corresponde, me es imposible no expresarle mi disconformidad. Lo siento querido, tu trabajo es llamar una vez por semana para ver qué mercadería falta. No voy a callarme en eso. Si vos hicieras bien tu trabajo, no tendría nada que decir. O diría algo bueno de seguro.
Me reta si no hablo del clima con los vecinos y en lugar de eso me defenestra cuando digo “qué pedo te alzaste anoche eh..te oí tarde tratando de embocarle a la llave”.
Facu se enoja cuando peleo con las cajeras del supermercado del frente de casa porque siempre que voy, nunca tienen monedas y me quedan debiendo. No loco. No es así. Es un supermercado, su labor incluye buscar el cambio necesario para poder cobrarles a los clientes. Entiendo lo de los 5, incluso te puedo perdonar los 10, porque es cierto que vivimos en un país donde la moneda vale más por su peso que por su valor. Pero 50 centavos?! 1 peso?! Vos me viste cara de –RockandFeller como para donarte plata a vos. Encima y justo a VOS!? No loco. Preocupate de hacer bien tu trabajo que yo procuro la excelencia para el mío.
Al fin de cuenta, digo lo siguiente, yo sería menos criticona si las cosas funcionaran mejor. Si cada uno de nosotros hiciera las cosas como corresponde. Si cruzara la calle por donde se debe, si no pelara la mandarina en la calle, si vos tuvieras cambio para darme el vuelto, si Telecom no me cobrará cosas insólitas que jamás mencionaron a la hora del contrato, si la televisión no tuviera un contenido cada vez más pedorro y si las maestras enseñaran mejor el castellano (o algunos estudiaran más. ( Y no incluyo a aquellos que lamentablemente no tienen la posibilidad de educarse). ) Doble paréntesis?!
En fin. El mundo gira y mientras gire así, voy a seguir opinando, criticando y comentando. Siempre en buena ley. Siempre de buena leche. Aunque no siempre sea positivo.
Hagame y hagase el favor.
No lo tome como algo malo. Saque lo positivo. O haga las cosas como es “debido” y reciba solo buenas críticas.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Eso que llevas dentro

Ana llamó anoche, preguntando si podía acompañarla a “un lugar” hoy por la tarde. Si bien me pareció extraño, viniendo de Ana, pude aceptar sin desconfianza.

Mientras manejaba hacia la reunión, como ella le denominó, estaba algo nerviosa, nada sumamente perceptible, pero se la notaba algo extraña.
No dijo mucho y no me atreví a pedir más datos. Estaba expuesto que ella solo me necesitaba ahí por alguna razón y soy lo suficientemente amiga como para no exigir explicaciones cuando no hay palabras para darlas.
Hoy, Ana, lloró ante 12 personas. Se abrazo con la mitad de la gente que estaba en esa reunión. Admitió cuánto coraje y cuánto valor tubo que unir para llevarme ahí.
Yo estaba en una sillita, sentada en un círculo de personas que hablaban de cosas extrañas, actos terribles, odios tremendos, hechos lastimosos y penosos.
Ana contaba que vomitaba cada vez que comía cualquier cosa sólida.
Ana contó que la primera vez que se vio gorda estaba en mi casa.
Y que aquel vestido azul no le quedo como ella necesitaba. Enumeró una a una las causas por las que se atraca con comida, buscando rellenar huecos que siente en su interior.
Por varios minutos me pareció estar oyendo a una extraña. Si no fuera que conozco el timbre de su voz tanto como el mío, hubiese jurado que ese discurso no era suyo.
Mi amiga Ana estaba pidiendo ayuda a gritos. Estaba diciendo que cada vez que algo no satisface su exigente estandarte de realización se atosiga con bocados de cosas engordantes para saciarse.
Se lastima solo porque las cosas no salen como espera. Come o devora como dijo, solo porque algo falla o falta.
Con Ana crecimos juntas, tuvimos etapas parecidas, simbiosis de períodos, charlas inagotables de noche en pijamas y de días con termos de mate.
Es una mujer increíblemente inteligente, y no porque lo digo yo, sino que lo es. Es bonita, a su modo. Quizás no es la belleza más convencional del par de tetas grandes con el pelo lacio y rubio y el metro setenta, pero es bonita. Tiene pestañas lindas, una sonrisa algo tierna, bonitas piernas y un sentido del humor que atravesaría a cualquier hombre guapo.
Después de oírla un rato, me largue a llorar. No pude evitarlo. Su historia estaba conmoviéndome hasta a médula. No sé exactamente si sentía miedo, terror, culpa o responsabilidad.
De pendeja nos juntábamos a retorcernos la panza para sacarnos los rollitos, hacíamos competencia de cuantos kilos podíamos perder en una semana, aunque no había nada que reducir, más que el grado de idiotez.
Perdoname Ana. Siempre pensé que esa época había pasado.
Siempre creí que estabas bien.
Pensé que llamarnos sibaritas era glamoroso y no ví cuánto daño había en todo eso de fabular con la comida. Al final no era un chiste.
Volvimos a casa y nadie dijo nada en el camino. Ella maneja mientras lloraba por lo bajo. Yo no sabía donde ubicarme frente a su dolor. No sabía como ayudarla. No quería decir palabras estúpidas. No quería rellenar el vacío con algo que no le ayudara realmente.
Cuando uno es real amiga, sabe que el silencio vale más que mil boludeses juntas en momentos como ese. Pero me enfurecí conmigo misma por no encontrarme en palabras para ella.
Yo, que siempre tengo palabras.
Justo para ella en este duro momento no?
Le sugerí pasar más tiempo con ella para evitar que recayera en esos hábitos que después la lastiman más. Pero me dijo que necesitaba una amiga, no un guardia. Entendí.
Y mi único consejo fue que empiece por admitir que no puede manejarlo sola.
Tal vez me equivoco, pero pensar que solita va a reciclar viejos hábitos, no va a llevarla a modificar nada.
La abracé y me pidió que me bajara del auto.
Me quemé el cerebro buscando porqués, buscando causas y esas cosas embrolladas al pedo.
Solo necesito ayudarla. No quiero ver sufrir a Ana. Y llevarme a ese lugar, fue su forma de pedirme ayuda. Lo sé.
Aun no decodifiqué donde ubicarme, ni qué decirle. Solo estoy acumulando muchos abrazos y muchas sonrisas con risas, para hacerle ver cuán bonito es el mundo. Cuan bonita es ella. Abrazarla y decirle cuanto la quiero.
Sería inútil recordarle las cosas de mujer brava que ha hecho, los mil mundos que ha creado, los cielos que ha recorrido y las metamorfosis por las que ha atravesado solo con un par de raspones.
Solo quisiera poder abrazarla y sanarle las heridas. Lo juro.
Si solo pudiera ser suficiente…