Todos mis amigos van al cielo

Me aterra tener la certeza que ya no volveré a verte.
Me aterra pensar que no vere jamás tu sonrisa nuevamente.
Me diste consejos a tiempo y abrazos llenos de amor. Dormiste en mi sillón, te comiste mi cena
y hasta me rompiste el baño.
Siempre te gustaban mis milanesas. No importa si estaban fritas, al horno, crudas o sin sal.
Me alegran las tardes de películas. Las cosquillitas que me hacías (aunque fueran malísimas)
No habrá más fotografías de tus sonrisas. Con lo hermosa que era tu sonrisa!
No hay derecho que la muerte se lleve a mis seres queridos de esta forma.
No hay derecho que la muerte se me clave así en el pecho y me deje 20 horas en la cama, sin ganas ni de respirar. No hay derecho alguno. No hay derecho a que ya no respires. Que ya no sonrias.
Que ya no vayas a traerme ese regalo por el que tanto harté.
Llegará la postal que enviaste cuando tu cuerpo ya esté tieso y sin color.
Y lloraré. Y al mismo tiempo sonreiré.
No hay derecho que hoy me duela tanto el maldito mundo.
No hay derecho que me enoje tanto la muerte que no pueda sentir más que rabia.
No hay derecho que ya se hayan muerto tantas personas de las buenas.
No hay derecho. Ni revés.
Y no volverás. Ni haré fotos de tus manos y nos quedarán pendiente las largas charlas sobre el océano y sobre el príncipé que me compré.
No serás el padrino de Vera, ni verás a Pedro crecer. No podré pelearte por las chirusas con las que elegías salir. No volveras a decirme cuán guapa me he puesto esta noche.
Quién me llevará al bar de la esquina y me traerá borracha derrochando glamour?
Quien dormirá en el sofá?
No es justo que te hayas ido de viaje. No es justo que no regreses. No es justo que ese país que me dió tanto me haya quitado la posibilidad de verte sonreir de nuevo..
Solo sé que me duele ahí, donde nadie quiere que duela. Y que el dolor no pasa por más que el tiempo lo haga. No desaparece ni un poquito.
No es justo. Y no hay derecho. Y no sé cómo hacer que duela menos.